Dentro de exactamente un mes se va a cumplir un año.
Un año de mi último punto final,
de mis últimas lágrimas inmerecidas.
Un año de haber acorazado el corazón.
Un año de haber decidido que no tiene sentido
que no vale la pena llorar por amor.
Un año que no lloro por casi nada,
porque siempre las lágrimas más grandes
y las más largas
son las que vienen con el corazón.
Un año...
¿Qué pasará si no puedo volver a querer?
Siento, vivo, las mismas preguntas. No hay mucho para decir ni para hacer. Se necesita tiempo. Como dice mi viejo, que vos conocés, "un tropezón no es caída, se hace camino al andar".
ResponderEliminarQué tipo groso tu viejo :D
ResponderEliminarJaja, nono, olvidá ese blog. No pases al otro que transmite vibras sumamente negativas, sospecho. Un desencuentro que me hizo pelota, el primero, nada más que eso es ese blog. Sigo en el de siempre.
ResponderEliminarEs que tiene razón. Es tiempo. Y obviamente ante la negativa del otro, maquinaremos. Con algo habrá que distraerse. Yo, por ahora, amigos.