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lunes, 5 de diciembre de 2011

El canto de los cronopios

Mejor les dejo un cuento que ojalá que les alegre el día como a mí:




"Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.

Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias. Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas), acaban aplaudiendo al cronopio, que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito."

domingo, 24 de julio de 2011

"Caminábamos sin buscarnos, pero sabiendo que caminábamos para encontrarnos"

Pero el amor... esa palabra

Últimamente creo que esa es nuestra frase... ¿Seremos como Oliveira y la Maga? Yo creo que es mucho pedir...

domingo, 20 de marzo de 2011

No importa cuánto tiempo pase, siempre vuelvo. Y cada vez que vuelvo, la sensación es distinta, pero siempre se le parece en algo: me llega al corazón tan rápido que casi no me doy cuenta, me enferma, me vuelve adicta. 

Sucede que es el único hombre que sabe comprender mis sentimientos como si los estuviera viviendo él mismo. Será que quizá los vive, o quizá todos los vivimos un poco, pero él sabe interpretarlos y hacerlos palabras, y hacerme enloquecer. Siempre vuelvo irremediablemente a él, y nunca jamás quiero alejarme.



Gracias por existir 

lunes, 17 de enero de 2011

Instrucciones para disfrutar una ola

Es conveniente esperar un día soleado, con algo de viento, para que hayan buenas olas, pero cálido, para no tener frío al salir. Si hace mucho calor, posiblemente la primer zambullida será mucho más gratificante.

En primer término, acercarse al mar. Conviene, antes de entrar en él, admirarlo un momento. La inmensidad del horizonte es algo en lo que a veces no se repara, pero que es terriblemente conmovedor.

Una vez hecha la primera aproximación, caminar despacio por el agua. Cuando el mar comience a llegar por las rodillas, las olas al romper posiblemente comiencen a salpicar partes sensibles del cuerpo; soportar los salpicones y continuar caminando. 

Cuando la ola empiece a romper cerca del estómago, entonces es hora del gran momento. Primero, es conveniente esperar a que el mar se tranquilice un poco, para poder tomar envión. Cuando se ve venir una ola grande, ¡CORRER!. Correr hacia la ola, y, a unos metros de ella, sumergirse. Sentir el frío, calando hasta los huesos, pero la felicidad de refrescarse después del calor sofocante de afuera. Nadar debajo del agua, escuchando atentamente, hasta que.. ¡fffrrrrmmm! El ruido de la espuma, de la cresta de la ola, pasando justo por encima de nuestra cabeza, sacudiéndonos un poco más de la cuenta.

Entonces salir, respirar aire fresco (ahora más fresco que nunca), tragar un poco de agua salada que es inevitable, y sonreír. Sonreír esperando la próxima ola.



                                   Sola.. sola con su amor el mar.. ♫

lunes, 13 de diciembre de 2010

Rayuela, Capítulo 93

Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires conesos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás,porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte,amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharíanlas formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar,perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.

¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras,perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos,convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan como pueden, me mordisquean desde abajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo?Lo mismo te muerden. ¿Por qué, por qué, pourquoi, why, warum, perchè este horror a las perras negras? Miralas ahí en ese poema de Nashe, convertidas enabejas. Y ahí, en dos versos de Octavio Paz, muslos del sol, recintos del verano.Pero un mismo cuerpo de mujer es María y la Brinvilliers, los ojos que se nublan mirando un bello ocaso son la misma óptica que se regala con los retorcimientosde un ahorcado. Tengo miedo de ese proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo. Miel y leche hay debajo de tu lengua... Sí,pero también está dicho que las moscas muertas hacen heder el perfume del perfumista. En guerra con la palabra, en guerra, todo lo que sea necesario aunque haya que renunciar a la inteligencia, quedarse en el mero pedido de papas fritas y los telegramas Reuter, en las cartas de mi noble hermano y los diálogos del cine. Curioso, muy curioso que Puttenham sintiera las palabras como si fueran objetos, y hasta criaturas con vida propia. También a mí, a veces,me parece estar engendrando ríos de hormigas feroces que se comerán el mundo.Ah, si en el silencio empollara el Roc... Logos, faute éclatante. Concebir una raza que se expresara por el dibujo, la danza, el macramé o una mímica abstracta.¿Evitarían las connotaciones, raíz del engaño? Honneur des hommes, etc. Sí, peroun honor que se deshonra a cada frase, como un burdel de vírgenes si la cosafuera posible.


Del amor a la filología, estás lucido, Horacio. La culpa la tiene Morelli que te obsesiona, su insensata tentativa te hace entrever una vuelta al paraíso perdido,pobre preadamita de snack-bar, de edad de oro envuelta en celofán. This is aplastic’s age, man, a plastic’s age. Olvidate de la perras. Rajá, jauría, tenemos que pensar, lo que se llama pensar, es decir sentir, situarse y confrontarse antes depermitir el paso de la más pequeña oración principal o subordinada. París es un centro, entendés, un mandala que hay que recorrer sin dialéctica, un laberinto donde las fórmulas pragmáticas no sirven más que para perderse. Entonces un cogito que sea como respirar París, entrar en él dejándolo entrar, neuma y nologos. Argentino compadrón, desembarcando con la suficiencia de una culturade tres por cinco, entendido en todo, al día en todo, con un buen gusto aceptable,la historia de la raza humana bien sabida, los períodos artísticos, el románico y elgótico, las corrientes filosóficas, las tensiones políticas, la Shell Mex, la acción y la reflexión, el compromiso y la libertad, Piero della Francesca y Anton Weber, la tecnología bien catalogada, Lettera 22, Fiat 1600, Juan XXIII. Qué bien, qué bien.Era una pequeña librería de la rue du Cherche-Midi, era un aire suave d epausados giros, era la tarde y la hora, era del año la estación florida, era el Verbo(en el principio), era un hombre que se creía un hombre. Qué burrada infinita,madre mía. Y ella salió de la librería (recién ahora me doy cuenta de que era como una metáfora, ella saliendo nada menos que de una librería) y cambiamos dos palabras y nos fuimos a tomar una copa de pelure d’oignon a un café deSèvres-Babylone (hablando de metáforas, yo delicada porcelana recién desembarcada, HANDLE WITH CARE, y ella Babilonia, raíz de tiempo, cosa  anterior, primeval being, terror y delicia de los comienzos, romanticismo de Atalapero con un tigre auténtico esperando detrás del árbol). Y así Sèvres se fue con Babylone a tomar un vaso de pelure d’oignon, nos mirábamos y yo creo que ya empezábamos a desearnos (pero eso fue más tarde, en la rue Réaumur) y sobrevino un diálogo memorable, absolutamente recubierto de malentendidos,de desajustes que se resolvían en vagos silencios, hasta que las manos empezarona tallar, era dulce acariciarse las manos mirándose y sonriendo, encendíamos los Gauloises  el uno en el pucho del otronos frotábamos con los ojosestábamos tan de acuerdo en todo que era una vergüenza, París danzaba afuera esperándonos,apenas habíamos desembarcado, apenas vivíamos, todo estaba ahí sin nombre y sin historia (sobre todo para Babylone, y el pobre Sèvres hacía un enorme esfuerzo, fascinado por esa manera Babylone de mirar lo gótico sin ponerle etiquetas, de andar por las orillas del río sin ver remontar los drakensnormandos). Al despedirnos éramos como dos chicos que se han hecho estrepitosamente amigos en una fiesta de cumpleaños y se siguen mirando mientras los padres los tiran de la mano y los arrastran, y es un dolor dulce y una esperanza, y se sabe que uno se llama Tony y la otra Lulú, y basta para que el corazón sea como una frutilla, y...

Horacio, Horacio.

Merde, alors. ¿Por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegíaco en que ya sabemos que el juego está jugado.