sábado, 31 de diciembre de 2011

"(...) pero prefiero decirte explícita y claramente que si alguna vez tuve que pedir perdón y no lo hice, te pido perdón por eso."


La mejor forma de terminar el año es esa. Agradecer y pedir perdón a todo aquel al que se lo debemos.


Feliz año para todos :D 

martes, 27 de diciembre de 2011

Tachero: ¿Y las chicas? ¿Estudian?
Mamá: Sí, estudian, les va bien por suerte
Tachero: Ah, qué bueno. Igual, les conviene engancharse con uno con guita y listo. Es mucho más fácil, es lo que les conviene, la verdad. Tienen la vida asegurada después. ¿'Nocierto'? Sí sí, eso es lo que tienen que hacer.


Claro, porque no me puedo asegurar la vida por mí misma, no?
Claro, porque tener plata es tener la vida asegurada, no? Y vivirla, y disfrutarla, más allá de la plata no es tener una buena vida, no?
Claro.
Qué mal que estamos, che.
Si mi cara de asco hubiera podido matar en ese momento, ahora estaba presa.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Navidad significa "nacimiento"

Hubo una vez una mujer que se la jugó el todo por el todo, porque creía en la causa que se le estaba encomendando (lo cual vuelve a confirmar que las mujeres fueron  siempre las que llevaron en sus entrañas la salvación del mundo).

Hubo una vez un niño que nació en un pesebre, que creció siendo carpintero, y que un día decidió ir por su tierra enseñándole a todo el que quisiera escucharlo que la única manera de ser feliz es amar a los demás, y brindarse por el otro.

Hubo una vez un montón de gente que no lo quiso escuchar, porque prefería amarse a sí misma que amar a los demás, y que decidió que acabar con la vida del carpintero era la mejor solución a los problemas.

Hubieron después, por suerte, miles y millones de personas a las que llegó el mensaje del crucificado y que, aún hoy, celebran cada 25 de diciembre su nacimiento. Porque les recuerda que vale la pena dar la vida por los otros.


Espero que tengan una muy feliz navidad, y que, entre cañita voladora y cañita voladora, recuerden al verdadero protagonista de la historia ! :)

lunes, 19 de diciembre de 2011

Citas literarias (porque son dignas de literatura)

-Si conseguís mirar el sol por tres horas seguidas, te convertís en una planta-le dijo el muchacho, y ella supo inmediatamente que estar en ese cuarto de hotel con aquel desconocido no había sido, después de todo, la mejor idea que había tenido.
                Habían logrado tener sexo al menos, es cierto, y eso ya era mucho decir. Pero después de una hora de oficiar de enfermera de un flaco al que la proximidad del acto sexual le hace bajar la presión, no  sentía muy erotizada que digamos.
                Además, estar en un cuarto de hotel sentada en el piso, escuchando las historias de viajes de alguien que solo había visto una vez antes y que no parece estar muy preparado para tener ningún tipo de sexualidad con ella, le recordaba a una frase que había leído en un cuento, hacía pocos días atrás (“ Tampoco entendí si lo que sucedía nos llevaría a algún tipo de sexualidad o éramos simplemente dos personas agrediéndose en el cuarto de un hotel. Estaba más seguro de lo segundo que de lo primero. Pero acostado ahí estaba cómodo y sereno después de bastante tiempo. Y eso ya era mucho pedir.  ”). La situación era casi calcada a la que había leído, y la situación escrita estaba inspirada en una que había sucedido apenas hacía una semana. Y con ella como protagonista.
                “¿Por qué no puedo tener citas normales?” se lamentaba la muchacha, mientras acariciaba el cabello de aquel extraño que, recostado en un sillón con las piernas levantadas, contaba historias para no quedarse dormido, y para intentar no pensar que había pagado una suma importante de dinero para estar ahí y que no podía ni levantarse.
-No te creo. ¿Cómo que te convertís en una planta?
-Bueno, no en una planta planta, pero podés dejar de comer porque la luz solar te da energía. Como que vivís de la fotosíntesis. Lo estudió la NASA, buscalo.
-Sí, lo voy a buscar-le dijo ella, sabiendo que lo haría con la única finalidad de poder subirlo a su blog.
El chico que quería ver el sol y convertirse en planta era el más lindo con el que había pasado una noche en mucho tiempo. Morocho, ojos verdes, barbita, voz grave, buena onda, lindo perfume; un poco boludo también, pero porque todo en la vida no se puede.  Sin embargo, tenía un defecto enorme para ella. Uno más grave todavía que ser medio boludo. Se iba a vivir a otro país al día siguiente. Y si bien a la muchacha la halagaba un poco pensar que en su último día en la ciudad había querido verla a ella antes que a cualquier otra persona, le daba mucha lástima no poder volver a verlo. Sobre todo, porque la intrigaba mucho saber si era mejor en la cama cuando no estaba mareado. Porque esa noche, de no haber sido por ella, se caía en picada.
-Pero ahora hablame de vos. Hablemos de política. De cómo te convertiste en una pequeña militante.
                Ella no tenía verdaderas ganas de hablar de política en ese momento, sobre todo porque no creía que a él fuera a interesarle realmente lo que tenía para contar. Pero habló igual. Para llenar el silencio, y para evitar seguir hablando de convertirse en planta. Lamentablemente, hablar de su militancia implicaba nombrarlo a él. No, no a Néstor. Bueno, a Néstor también, pero se refería a otro “él”. A aquel militante que la había enamorado hacía como dos años y que todavía no lograba sacarse de la cabeza.
                “Genial” pensó, mientras seguía hablando “ahora no sólo estoy hablando de política con un chabón al que no le interesa, sino que estoy pensando en el amor de mi vida, y estar hablando de política con un chabón al que no le interesa mientras pienso en el amor de mi vida me recuerda que el chico más interesante que conocí en los últimos 10 meses salió una vez conmigo y volvió con su ex.” Pensó también que tenía que concentrarse en lo que estaba diciendo en lugar de pensar tantas boludeces, y pensar eso de nuevo le recordó a aquel cuento. “Dios, que me internen
-Y así fue, más o menos.
-Ah… sabías que mi tio es un ministro re capo?
-Ah, si? Qué bueno, mirá.
-Sí sí, es un genio, yo siempre le pregunto todo.
-¿No le hablaste del boludo de la NASA que se convirtió en planta?
-No era un boludo, era un capo el chabón. Y sí, le pregunté, dice que puede ser verdad.
-Entonces mañana empiezo a mirar el sol, ya fue. Si me quedo ciega me quedo ciega.
                El chico la acarició y le dio un beso, lo cual era la primera muestra de cariño –y no de mera calentura- que había tenido en toda la noche –que era, de hecho, la única noche en la que habían pasado más de 10 minutos juntos. Ella le dedicó una sonrisa sincera y le dijo que en abril iba a ir a Brasil. Él le dijo que la iba a estar esperando; y ella supo que los dos estaban mintiendo.  “Es la vida que me alcanza” pensó y se puso a cantar en su mente.
                Y cantó, y siguió cantando en su mente. Y se vistieron y volvieron a su hogar, y ella siguió cantando. Y en alguna canción logró dormirse y olvidarse por un rato de los hombres que habían pasado por su vida sin amarla, y olvidarse de las veces que ella había querido y había terminado perdiendo, y del momento en que decidió cerrar su corazón para siempre y no volver a querer, y del miedo que le daba convertirse en una roca, y del miedo que le daba no convertirse en una roca y sufrir. Y esa noche soñó que vivía en el planeta del principito con su rosa, y fue una noche feliz. 

sábado, 10 de diciembre de 2011

Mi luz

Es mentira. Es mentira que el tiempo lo cura todo.
Hay dolores a los que el tiempo sólo te acostumbra. Terminás tan acostumbrado a sentir ese dolor, que te parece que no lo sentís más.
Y entonces alguien dice algo, o pasa algo a tu lado, o ves algo en la tele, y es como si te volvieran a apuñalar ahí donde más te duele.
Podés llorar, pero eso no cambia las cosas. No importa, ya te vas a volver a acostumbrar al dolor, y ahí volvemos a empezar. Una y otra y otra vez.
Pero te extraño.




Me consuela, sin embargo, saber que cuando ella te dice 
"negro, no me dejes", es porque vos estás ahí su lado todo el tiempo, y, aunque nosotros no te escuchemos, le decís al 
oído, "no, negrita, nunca te voy a dejar". Y me consuela
 saber que cuando lloro porque no estás, y de pronto se 
me pasa y me pongo contenta de nuevo, es porque me acariciás 
la cabeza y reemplazás las "O" por "U" (como si me 
dijeras "cumpa"), y te reís de cuando era chiquita 
y no te quería dar besos (pensar que ahora que
 los necesito tanto no puedo dártelos). 
No me dejes a mí tampoco. No me dejes nunca.


Aunque no estén siguen siendo mi luz.

lunes, 5 de diciembre de 2011

El canto de los cronopios

Mejor les dejo un cuento que ojalá que les alegre el día como a mí:




"Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.

Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias. Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas), acaban aplaudiendo al cronopio, que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito."
¿Por qué no escribiré las historias ni bien las pienso? Ahora no me las acuerdo