sábado, 10 de diciembre de 2011

Mi luz

Es mentira. Es mentira que el tiempo lo cura todo.
Hay dolores a los que el tiempo sólo te acostumbra. Terminás tan acostumbrado a sentir ese dolor, que te parece que no lo sentís más.
Y entonces alguien dice algo, o pasa algo a tu lado, o ves algo en la tele, y es como si te volvieran a apuñalar ahí donde más te duele.
Podés llorar, pero eso no cambia las cosas. No importa, ya te vas a volver a acostumbrar al dolor, y ahí volvemos a empezar. Una y otra y otra vez.
Pero te extraño.




Me consuela, sin embargo, saber que cuando ella te dice 
"negro, no me dejes", es porque vos estás ahí su lado todo el tiempo, y, aunque nosotros no te escuchemos, le decís al 
oído, "no, negrita, nunca te voy a dejar". Y me consuela
 saber que cuando lloro porque no estás, y de pronto se 
me pasa y me pongo contenta de nuevo, es porque me acariciás 
la cabeza y reemplazás las "O" por "U" (como si me 
dijeras "cumpa"), y te reís de cuando era chiquita 
y no te quería dar besos (pensar que ahora que
 los necesito tanto no puedo dártelos). 
No me dejes a mí tampoco. No me dejes nunca.


Aunque no estén siguen siendo mi luz.

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