-¿Y bien? ¿Qué opinás? -le preguntó el actor.
-Opino que te estás abusando de que me conocés demasiado.
-Eso es ridículo, desde que las encontré dando vueltas por ahí no habrán pasado más que un par de meses.
-Sí, pero permanecimos demasiado cerca, somos como una familia.
-Bueno, Arcoiris, no me fastidies -aquel actor solía perder la paciencia con facilidad. -Decime qué opinás.
Arcoiris, el hada, se recordó a sí misma que tenía poderes y que si quería, podía desaparecer en ese instante, que nadie la obligaba a estar allí. Sin embargo, no se movió. Además, nunca abandonaba a Rosita, quien se había quedado dormida.
-A nadie va a interesarle. No hay mucha gente como Rosita o como vos.
-No te creas, hay un montón. Y vamos a llenar el mundo de colores, pensalo -los ojos le brillaban al imaginarse un anfiteatro atiborrado de brillo y color.
La propuesta parecía sencilla. El actor iba a empezar sus obras, como siempre. Pero cuando la gente empezara a dejar el triste gris, y de a poco, comenzara a brillar con su verdadero color, el hada tendría que hacer su aparición. Debería recrear los espacios que el actor relataba. Solo aquellos que de verdad creyeran en la magia podrían ver y apreciar los poderes de Arcoiris, y entonces, brillarían tan intensamente que les costaría volver a apagarse.
-Así, con el tiempo, lograremos que sean cada vez más los que brillen con su propia luz, y mientras ese fuego que nazca en ellos no se apague, en algún momento el mundo será un lugar mejor.-concluyó el actor, con el tono de quien está diciendo la obviedad más grande del mundo.
-Cuando vos lo decís suena tan fácil...
-¿Y qué es lo que tiene de complicado? -le preguntó el actor, con cara de extrañado. Realmente él no podía creer que el hada pusiera tantos reparos ante una idea tan buena.- Solo tenés que hacer lo que sabés hacer. Magia. El resto, viene solo. Aquellos que tengan la Fe suficiente como para dejarse iluminar, arderán de repente con el fuego de la magia, y los que no, simplemente seguirán igual que antes. Pero quién te dice, tal vez cuando aquellos que no logran creer en la magia vean la luz que irradian los que sí, tal vez empiecen a creer. Es todo cuestión de Fe, ya ves.
Se hizo un largo silencio entre ellos. El actor la miraba, expectante, pero el hada no decía nada. Jugaba con sus manos y le esquivaba la mirada. Así siguieron un rato, hasta que por fin el hada dijo:
-¿Y qué tal si no estoy a la altura? ¿Qué tal si los paisajes que recreo con mi magia arruinan el libreto? Tal vez lo que está escrito en el guión es de una manera, y yo lo veo de una distinta. ¿Qué tal si los llevo por paisajes equivocados y en lugar de brillar, solo se terminan de apagar?
Él se rió un rato ante las reflexiones de su amiga hada, sin decir palabra.
-Sabés cuál es tu error? -preguntó el actor finalmente, aún un poco risueño.- Creer que tus poderes son los suficientemente grandes como para poder arruinar el guión...
-A nadie va a interesarle. No hay mucha gente como Rosita o como vos.
ResponderEliminar-No te creas, hay un montón. Y vamos a llenar el mundo de colores...
Genial. La convicción de que partiendo del menos siempre es posible llegar a más; aunque esos menos seamos sólo un puñado. Invitar a todos a compartir la Magia esperando que la hagan propia y se reproduzca en cada uno, ya para quedarse, ya para no morir. Y llenar el Mundo de colores, insistir, no detener la gesta, así como el Cronopio que dibuja golondrinas sobre una tortuga; aunque algunas tortugas no se dejen dibujar, uno siempre sigue comprando tizas de colores.
Emocionante. Saludos.
que lindo
ResponderEliminar¿Y si la vida es un guión? qué temita.
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