Te pareces al horizonte, porque aunque reme y reme, y sienta que avance, de a ratos te veo cada vez más lejos. A veces no igual, a veces parece que casi puedo tocarte, y me da miedo que sea puro espejismo. ¿Siempre fue tan difícil, o es que estoy perdiendo mi habilidad en este bote?
Siempre me costó decidir, pero esta vez, me parece que el indeciso es alguien más. No me importa esperar, la paciencia nunca fue lo mío, pero puedo aguantar. La inseguridad me cuesta un poco más.
Si es por miedo, podrías ir dejándolo. Leí una vez que no son necesarias las promesas si volvés, y eso es lo único que me importa por ahora. Tenerte de a ratitos, nada más. Más adelante yo no lo sé, pero seguro que vos tampoco. Son esas cosas que no se saben, porque se construyen. El hoy y el ahora me importan un poco más, y no quiero que nos digamos nada, ni que nos mintamos (sobre todo, no me gustan los engaños). Prefiero que las cosas fluyan, y que sea lo que tenga que ser, pero no quiero que nos detenga el miedo. Después de todo, ¿miedo a qué?.
Sabés que no muerdo (casi nunca), y no me importa si vos mordés. Tampoco pido nada que no puedas dar, porque después de todo, no pido nada que no quieras dar. El límite lo ponés vos, el punto lo ponés vos. ¿Qué más podés pedir? Si además sé que vos querés, porque hay cosas que no cambian de un día para el otro, y hay miradas que no pueden mentir. Y ya no me creo eso de que las palabras se dicen con inocencia.
Si te dejaras llevar un poco más, verías cómo la corriente nos conduce al horizonte y ya no hay necesidad de remar.
Aunque no tenga paciencia, igual puedo esperar. La inseguridad me cuesta un poco más.
Precioso. Esto es precioso. Y parece que me leyeras un poco los pensamientos y que pusieras en palabras lo que siento.
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